Hoy se habla mucho del parto en casa, lo más natural posible... pero creo que se habla poco de las ventajas que tiene tener un parto en un hospital dedicado a la maternidad, en donde se cuenta con un equipo de profesionales preparados para cualquier imprevisto que surja en el momento, para cuando algo sale mal (aunque no nos gusta pensar en esto, a veces pasa), para cuando las cosas no son tan fáciles o simplemente para cuando queremos hacernos las cosas más fáciles, siendo precavidos.
Yo desde el inicio quise un parto vaginal con epidural (respeto a las que lo prefieren natural, pero en mi caso preferí sentir menos dolor) y tuve a mi hija en la Maternidad (H. Clinic). Como no dilataba estuve en trabajo de parto por casi 30 horas, con controles para ver como iba, con monitoreo para ver como estaba todo, hasta que finalmente luego de un largo proceso y antes del ultimatum de irnos por otro lado, ella salió. Fue bastante duro y agotador, pero también fue lo más maravilloso que he vivido. Vivir el proceso en la Maternidad fue un agrado, ya que siempre nos sentimos súper seguros y apoyados y las personas que nos acompañaron (matronas, enfermera/os, ginecólogos, anestesistas) no pudieron ser mejores (les estoy eternamente agradecida).
La gracia es que un parto en el hospital no implica necesariamente que sea algo frío o que no respete el apego, al contrario, desde las clases pre parto en la Maternidad fomentan la lactancia materna y la importancia del vínculo padres-hijos al nacer. Durante la dilatación estuvimos súper cómodos, haciendo ejercicios con una pelota de fitness, con música y video de relajación... luego en el momento en que apareció mi hija me la pusieron al pecho inmediatamente y no me separé más de ella... los días que estuvimos en el hospital me apoyaron mucho para establecer bien la lactancia y para sentirme cómoda con todo lo que acabábamos de vivir. Un parto en ciertos hospitales (y espero que cada día en más) puede ser un parto cuidado, cálido y respetuoso con padres y hijos.