¿La contaminación tiene efectos sobre el cerebro del feto y del niño?

Según los romanos, cualquier sustancia podría ser perjudicial a partir de cierta dosis. Pero los efectos del medio ambiente sobre la salud no solo dependen de la concentración a la que estamos expuestos, sino del periodo de nuestra vida en la que ocurre. La etapa prenatal es la más crítica. Nos lo cuenta Jordi Sunyer, Investigador del Programa Infancia y Medio Ambiente de ISGlobal.

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 Casos históricos de contaminación fetal

En 1952 hubo una epidemia de parálisis cerebral en recién nacidos de una zona marítima de Japón (Minamata). Al cabo de años de descubrió que su causa había sido el vertido al mar de mercurio que contaminó la pesca, su mayor alimento. Ni los niños ni los adultos tuvieron ningún efecto, sólo los bebés. Las madres se contaminaron, el mercurio cruzo la placenta e impactó en el cerebro de los fetos en el momento en que las neuronas se estaban desplazando para situarse en su espacio del cerebro que les correspondía para el resto de la vida. Así, la misma dosis no afectó ni a las madres ni a los hermanos, solo a los fetos. Ello llevó a considerar la etapa prenatal como un periodo de vulnerabilidad o una ventana de susceptibilidad.

Posteriormente se han descrito otros episodios comparables. Por ejemplo, lo que llamamos síndrome alcohólico-fetal, de gran prevalencia en los países con gran consumo de Vodka durante el embarazo, cuya lesión del cerebro fetal comporta un desarreglo mental y de la conducta para el resto de la vida.

La inflamación del cerebro, efecto de la contaminación

Hace más de 10 años, la Dra. Calderón de Ciudad de México descubrió en el cerebro de perros que vivían en las zonas contaminadas lesiones típicas de Alzheimer. Posteriormente analizó las autopsias de niños muertos por accidente. Vió que los niños que vivían en las zonas con mayor contaminación del aire tenían una inflamación del cerebro. Varios laboratorios reprodujeron en experimentos con ratones las mismas lesiones tras exponerlos a aire contaminado con partículas producidas por los vehículos a motor de combustión. Sabemos que los vehículos a combustión emiten partículas finas, invisibles, que penetran en nuestro cuerpo debido a su pequeño tamaño y que provocan una inflamación al impactar con los tejidos del cuerpo. Las partículas más pequeñas pueden penetrar directamente al cerebro a través del nervio olfatorio y no requieren la transposición desde los pulmones.

La contaminación del aire sobre el cerebro del niño

Estos hallazgos nos llevaron a estudiar si los descubrimientos en laboratorio también se producían en la vida real. Estudiamos, en el llamado proyecto BREATHE, a 3.000 niños de 39 colegios en la ciudad de Barcelona. Los seguimos durante un año en el que medimos de manera repetida como iban creciendo sus capacidades cognitivas al madurar el cerebro con la edad. Medimos la exposición a la contaminación proveniente del tráfico en las aulas y los patios del colegio. Los colegios se habían apareado por nivel socio-económico y se controló el nivel educativo de la familia.

Observamos que los niños de escuelas más contaminadas tenían un menor crecimiento de sus capacidades cognitivas y también una menor integración en las funciones del cerebro al analizar las imágenes de los estudios con resonancia magnética. Los contaminantes culpables eran de nuevo las partículas del tráfico. También observamos que en el mismo niño su capacidad de atención era menor en días con mayor contaminación. Estos resultados confirman que lo hallado en laboratorio puede ocurrir en la vida real.

El hecho que otros estudios aparecidos recientemente concuerden con el estudio de Barcelona refuerza la veracidad del papel tóxico de la contaminación del aire de la ciudad sobre el cerebro del niño.

¿Efectos perdurables o reversibles?

La pregunta es: ¿estos efectos son perdurables o reversibles? Podría ser que los efectos de la exposición a la contaminación durante la edad escolar sean transitorios debido al hecho que la mayor parte del cerebro ya está conformado en los primeros años de la vida. Ello conllevaría a que la eliminación de la exposición a la contaminación podría revertir los efectos producidos durante la etapa escolar. Sin embargo, los efectos producidos al inicio de la vida podrían ser permanentes incluso en el caso que se eliminase posteriormente la contaminación.

Recientemente, en el proyecto BREATHE, hemos medido con modelos geográficos los niveles de contaminación de los 3.000 niños en la residencia que vivían durante su etapa fetal y hemos encontrado que las funciones cognitivas y el tamaño del cuerpo calloso del cerebro a la edad de 7-9 años estaban afectados negativamente. El cuerpo calloso es la mayor vía nerviosa del cerebro y su afectación sugiere que la inflamación producida por la contaminación podría interferir en el recubrimiento de los axones de las neuronas por la sustancia blanca o mielina con lo que se perturbaría la transmisión de los estímulos en las vía nerviosas.

Estudio BisC, la contaminación en Barcelona

Para cerciorar si la exposición de la contaminación en la etapa prenatal y el inicio de la vida tiene un efecto permanente en el cerebro en la vida real –tal como ya se ha observado en estudios con ratas embarazadas y sus crías en el laboratorio–, los hospitales Sant Joan de Deu, Hospital Clínic Maternitat y Sant Pau realizan con el ISGlobal el proyecto BISC (Barcelona Life Study Cohort) en Barcelona. Se están siguiendo 1.200 gestantes desde el primer trimestre de embarazo con una medición muy detallada de la exposición a la contaminación del aire, el ruido, el ejercicio físico y el estrés. También realizamos un estudio del cerebro prenatal con ecografías durante el embarazo y hacemos un seguimiento de los bebés con el estudio con imagen por resonancia y con tests neuropsicológicos. Como sospechamos que la exposición del feto a la contaminación es básicamente por la afectación de la placenta por las partículas finas, directa e indirectamente, el estudio hace un gran énfasis en medir la función y los cambios fisiopatológicos de la placenta.

Todo ello nos lleva a reflexionar sobre la vida urbana, y en especial la movilidad y el uso del vehículo a combustión. ¿Hasta que punto debemos sacrificar las potencialidades del cerebro de las nuevas generaciones por un tipo de ciudad y de movilidad que parece caduca?

Por Jordi Sunyer, Coordinador del Programa de Investigación de Infancia y Medio Ambiente de ISGlobal.

Más información:

· ¿Estás embarazada y vives en Barcelona? Participa en el proyecto BISC.

· Vídeo de Jordi Sunyer: "Menos contaminación, niños y niñas más sanos"

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