¿Con qué sueñan los fetos? El cerebro fetal al descubierto
En algunos artículos de divulgación científica se pueden encontrar cuestiones relacionadas con la capacidades sensoriales y cognitivas del feto: ¿Es capaz de soñar? ¿Cómo responde a los estímulos externos? ¿Puede sentir dolor o vivir experiencias que lo traumaticen? Como siempre, ante cualquier duda lo mejor es revisar lo que sabemos de forma científica a día de hoy.
El desarrollo gradual del cerebro en los fetos
El desarrollo del cerebro se inicia desde el principio del embarazo pero no finalizará hasta años después del nacimiento. Resulta difícil pensar que el feto desarrolle una actividad consciente tal y como la definimos habitualmente en términos de pensamiento y/o experiencia. Así, encefalogramas en prematuros sugieren que sólo desde las 32 semanas se empiezan a ver patrones eléctricos que recuerdan vagamente a los de un bebé. En esta fase final del embarazo empiezan a aparecer algunas funciones muy básicas, como memoria a corto plazo y habituación, lo cual permite por ejemplo que el feto retenga algún sonido muy sencillo.
Los estudios con resonancia magnética sugieren que al final del embarazo la forma de conexión interna del cerebro es todavía muy ineficiente. Todas las áreas de la corteza cerebral parecen conectarse entre sí, lo que explicaría la falta de un procesamiento de señales estructurado. Poco a poco, después del nacimiento, con el “uso” del cerebro y el desarrollo de los sentidos, muchas neuronas y conexiones se eliminarán, dejando sólo aquellas realmente útiles y eficientes para que el cerebro empiece a procesar la información de forma consciente.
Factores que pueden alterar el desarrollo fetal
Así pues, no debemos confundir sistema nervioso con cognición o sentimiento. Por supuesto, aunque no funcione todavía plenamente, el desarrollo cerebral en el útero es crítico para el resto de nuestra vida, y es un proceso muy delicado que debe producirse de forma perfecta. Sabemos que pequeñas desviaciones pueden hacer que las sofisticadas funciones cerebrales no se desarrollen plenamente en el futuro. Así, la nutrición materna y fetal adecuadas, un entorno relajado, evitar una exposición a ruido elevado o estrés físico, la ausencia de tabaco o alcohol... todo ello será clave para asegurar un proceso del que dependerá la calidad de vida del futuro ser humano.
¿Como aplicamos este conocimiento a algunas de las preguntas habituales?
Dolor fetal.
Un tema de preocupación habitual en referencia a la capacidad sensitiva del feto es la posibilidad de que pueda sentir dolor. Recordemos que las reacciones reflejas no se consideran dolor, que científicamente se define como experiencia subjetiva que requiere conciencia, y como hemos razonado no tenemos evidencia científica que indique que esto sucede en vida fetal. Por otro lado, las conexiones cerebrales que conducen el dolor hasta la corteza se forman desde la semana 24, aunque sabemos que no funcionan adecuadamente hasta las 32 semanas. En general, y por precaución, existe cierto acuerdo científico en administrar anestesia al feto ante cualquier intervención desde las 22 semanas.
¿Puede el feto “traumatizarse”? Por ejemplo por un parto largo o dificultoso.
De nuevo, no existe la más mínima evidencia de que las conexiones que regulan la conciencia funcionen, más bien al contrario. Por tanto, cualquier afirmación en este sentido se basa en pseudociencia, en definitiva, suposiciones u opiniones personales. Como hemos razonado, sí que es cierto que un entorno agresivo, desnutrición, drogas... producen programación fetal, es decir, afectan de forma importante a la forma en que el cerebro se construye y funciona, y esto tendrá repercusiones en sus capacidades futuras. Pero la evidencia científica indica que, como sucede en niños y adultos, son peores los insultos biológicos mantenidos en el tiempo, aunque sean más leves, que un problema grave pero de corta duración.
¿Puede un feto soñar?
Con las dudas que tenemos sobre su estado de conciencia y una falta de experiencias sensoriales, se hace difícil pensar que un feto “sueñe” tal como entendemos nuestros sueños. Por ejemplo, no es hasta su nacimiento que el bebé ve la luz por primera vez, y empieza a responder a estímulos de tipo visual, que aún tardará mucho tiempo en saber interpretar. Realmente, el futuro bebé pasa la mayor parte del día en un estado cerebral parecido al sueño del bebé. Aunque se mueve con frecuencia, incluso dormido, estos movimientos reflejan actividad de la parte básica del cerebro, no de la corteza. El cerebro se está entrenando para funcionar, pero tan allá como sabemos científicamente, lo hace de forma inconsciente.
¿Es bueno “ponerle música” al feto?
Hay evidencia científica de que tanto la música y los sonidos agradables, como los sonidos elevados y desagradables, influyen en direcciones opuestas en un cerebro en desarrollo. Sabemos también la gran influencia que tiene el entorno familiar, la forma de hablarle al bebé, los sonidos que escucha en casa... en el desarrollo de niños de tan sólo pocos meses. Desde el tercer trimestre el desarrollo cerebral empieza a ser sensible a la exposición a sonidos, en un sentido positivo o negativo. Pero recordemos que esto es así de forma muy general. Recordemos también que un feto duerme 20 horas al día, y que por otra parte el sonido llega al útero de forma atenuada. Por tanto, seguro que escuchar a Mozart en el embarazo es bueno, pero como el conjunto de una vida equilibrada, y sobre todo en un ambiente de afecto familiar. Todo ello acabará influyendo en nuestro estilo de vida, y es lo que ayudará al desarrollo del cerebro de nuestro futuro hijo.
Por Eduard Gratacós
Cerebra apoya a inatal.org