El suelo pélvico en parto y posparto: mitos y realidades
Los huesos de la pelvis, en la mujer, dejan el espacio suficiente para que pase la cabeza de un feto en el parto. Los músculos que sostienen los órganos pélvicos, son claves para su buen funcionamiento y permiten una vida sexual satisfactoria. Pero, ¿qué sucede tras el parto con el suelo pélvico? Nos lo cuenta Oriol Porta, responsable clínico de Ginecología en el Hospital de Sant Pau.
¿Facilita el parto tener un suelo pélvico ejercitado?
El embarazo, más que el parto, supone una oportunidad para descubrir nuestro suelo pélvico, aprender a conocerlo y a ejercitarlo. Durante esta etapa empezamos a ser conscientes de que es importante tener el suelo pélvico en cuenta, e incluso pueden empezar a aparecer los primeros síntomas en forma de pequeñas pérdidas de orina. Es buen momento para empezar a cuidarlo e introducir estos ejercicios en nuestros hábitos. En general, es bueno llegar al parto con el suelo pélvico en buena forma. Que esté bien tonificado no significa que luego estos músculos no se vayan a relajar y distender durante el parto y condicionar un mayor riesgo de desgarro.
¿Tiene ventajas tener un suelo pélvico con buena tonicidad a la hora de recuperarse del posparto?
Sí. Todo el aprendizaje realizado durante el embarazo facilitará enormemente la rehabilitación del posparto, un momento en el que deberemos atender otras múltiples actividades. Durante los 40 días del puerperio será muy importante trabajar activamente para rehabilitar nuestros músculos pélvicos.
¿El parto vaginal siempre provoca daños en el suelo pélvico?
No, la mayoría de las veces no, aunque sí supone un riesgo. Está claro que el paso de la cabeza del feto debe distender de manera muy notable estos músculos. Observa tu vagina y vulva: parece imposible que por su abertura pueda caber la cabeza de un feto sin que se produzcan daños. Imagina la vagina como un tubo elástico hacia el interior de la pelvis con músculos alrededor que le dan forma y función. La misma distensión debe producirse en ella para permitir el paso de la cabeza. Si este paso se produce de forma progresiva, permitiendo un estiramiento paulatino de las fibras musculares –hay factores hormonales en este momento que favorecen este estiramiento–, las estructuras “dan de sí” y el parto de desarrolla sin lesiones importantes ni permanentes. Es importante, pues, dejar que el parto y el expulsivo se desarrollen a su ritmo, sin prisas innecesarias.
¿Cómo podemos ejercitar el suelo pélvico?
En primer lugar, sabiendo dónde está. La escasa educación sexual en la que hemos crecido y que todavía perdura ha privado a muchas mujeres de un adecuado conocimiento de sus genitales. Este autoconocimiento es imprescindible para poder ejercitar los músculos pélvicos, de modo que a menudo hay que empezar a trabajar por este aspecto. Y es por eso que se aconseja que estos ejercicios sean supervisados por un/a profesional. Si introducimos uno o dos dedos en la vagina, al contraer los músculos debemos notar que la vagina “se cierra” sobre nuestros dedos, apretándolos. Otra manera de saber que estamos contrayendo es cortando el chorro de la orina o “pipi-stop”, aunque no recomendamos hacerlo de manera sistemática para no afectar negativamente el reflejo miccional.
Una vez que sabemos que estamos contrayendo y relajando bien los músculos que queremos, podemos empezar el trabajo específico. ¿Objetivo? Aumentar la fuerza y la resistencia de estos músculos. Existen diversos ejercicios que se conocen, genéricamente, como ejercicios de Kegel. Aunque los ejercicios hipopresivos son muy populares, la base del tratamiento la constituyen los ejercicios de Kegel.
¿A qué edad deberíamos empezar a prestar atención a este conjunto de órganos?
Cuanto antes, mejor. No hay que esperar a que aparezcan síntomas para empezar a preocuparse por el suelo pélvico. La prevención es nuestra mejor aliada. Además, unos músculos pélvicos en forma y un buen autoconocimiento nos pueden ayudar a gozar de unas relaciones sexuales más placenteras. Así pues, deberíamos empezar educando a las adolescentes para que lleguen a la edad adulta en buena forma. En cualquier caso, el embarazo –ya desde las primeras etapas– constituye otro buen momento para continuar con la educación y el ejercicio.
¿Cuántos más partos, más deteriorado queda el suelo pélvico?
Efectivamente, existe un efecto sumativo, pero lo que ocurra durante el primer parto es fundamental. La primiparidad (el primer parto) es un factor de riesgo para sufrir lesiones en estas estructuras. Lo importante es recuperar el suelo pélvico después de cada parto.
¿Es conveniente realizar una cesárea para evitar este daño potencial?
No. La cesárea tiene riesgos y no es una estrategia preventiva válida con carácter general, aunque puede realizarse con esta indicación en casos muy seleccionados.
¿Un parto inducido o con epidural tiene más riesgos para los músculos pélvicos?
No necesariamente. Un parto inducido o con epidural pueden suponer un parto más largo, o una vivencia del parto más larga, con lo que se puede llegar más fatigada a la fase de expulsivo, que es cuando los músculos pélvicos son más vulnerables. Por lo tanto, aunque al final haya ganas de ver al bebé, es importante no tener prisa durante el expulsivo (tampoco alargarlo innecesariamente), respetar sus tiempos y favorecer en todo lo posible una salida espontánea de la cabeza del feto.
¿Una episiotomía afecta al suelo pélvico para siempre?
Una episiotomía deja una cicatriz en el periné (¡y, a veces, en el alma!) que es para siempre. Algunas veces esta cicatriz puede generar dolor, sobretodo durante la actividad sexual coital, y otras no. Por lo tanto, es muy importante que esta intervención se realice sólo cuando es necesario. Como siempre, todos los extremos son malos: ni la episiotomía debe efectuarse de manera rutinaria, ni no realizarse nunca; cuando se realiza adecuadamente, puede contribuir a evitar un desgarro de alto grado.
¿Es importante recuperar el suelo pélvico tras el parto?
Por supuesto. Recuerda que después del parto los músculos han quedado algo flácidos. Esto puede conducir a algunas disfunciones como la incontinencia de orina y/o de gases. Si ejercitamos estos músculos para que recuperen su tono, estas disfunciones serán transitorias. La recuperación se produce de forma espontánea en la mayoría de casos, pero si trabajamos activamente, la recuperación del suelo pélvico tras el parto es más rápida y mejor.
¿Pero, es bueno empezar a ejercitar el suelo pélvico tras el parto?
Sí, pero cada mujer a su ritmo. La primera limitación es el dolor: si te duele, espera. Otras veces la falta de sensibilidad: quiero contraer los músculos, pero no puedo, no los siento. Si esperas, la irás recuperando poco a poco y ya podrás empezar a ejercitar más activamente. Por regla general, no te preocupes en exceso durante la cuarentena, probablemente tendrás otras prioridades antes que tu suelo pélvico. Pero cuando tengas todo bajo control, no olvides esta parte de tu cuerpo, dale la importancia que merece y, por tanto, dedícale un tiempo de tu día. Es una buena inversión.
¿Hay algún ejercicios que sea mejor para empezar?
En general, los ejercicios consisten en contraer y relajar de forma repetida los músculos pélvicos según pautas diferentes. La primera pregunta que surge es: ¿lo hago bien? ¿Cuántas veces tengo que repetirlo? Aunque se pueden encontrar pautas en internet, no nos cansaremos de insistir en que es muy importante que una profesional nos supervise, por lo menos al principio, para, una vez hecha una valoración inicial y comprobado que hacemos los ejercicios de forma correcta, aconsejarnos sobre la pauta a realizar. Una vez hayamos hecho esto, podemos plantearnos el uso de dispositivos como bolas chinas, balas vibradoras/pelvic trainers o similares, que siempre serán una ayuda, pero no la base del tratamiento.