La cirugía fetal, operar antes de nacer
A mediados del pasado mes de mayo tuvimos la suerte de poder contar la historia de Gonzalo, un maravilloso ejemplo de esos pequeños pacientes a los que operamos antes de nacer. Gonzalo tenía una obstrucción en la tráquea que no le hubiese permitido nacer, pero la cirugía fetal le salvó la vida, y hoy es un niño perfectamente sano y feliz.
La cirugía fetal es una disciplina relativamente joven y por ello no siempre conocida. Las primeras intervenciones se realizaron a mediados de 1995 y en 1999 hicimos la primera intervención en España. Este procedimiento, realizado mientras el feto aún se encuentra dentro del útero de la madre, se reserva a casos muy poco frecuentes; tan sólo 1 de cada 1000 embarazos requiere una operación de este tipo. No obstante, su potencial es enorme; cuando el bebé tiene algún tipo de malformación o enfermedad que puede provocarle la muerte o secuelas muy graves, podemos hacer algo para curarlo o por lo menos retrasar el desarrollo de la enfermedad para poder llegar al nacimiento y operar al niño una vez nacido. Estas operaciones pueden salvar o mejorar enormemente la calidad de vida de estos niños.
Evidentemente, operar a un feto no es una tarea fácil. Estamos hablando de un paciente muy pequeño, inmaduro y blando, que está metido dentro de otra paciente y no para de moverse. Además, se encuentra sumergido en líquido y envuelto de membranas muy frágiles que deben protegerlo, pero que debemos perforar para poder acceder al interior del útero. Así pues, hemos tenido que superar numerosas limitaciones técnicas a lo largo de los últimos años, desarrollando instrumentos cada vez más finos y pequeños y planificando cuidadosamente cada intervención, que debe ser muy rápida, con tal evitar complicaciones como la rotura de membranas o el parto prematuro. Todas las cirugías se realizan mediante endoscopia, también conocida como fetoscopia. Estas técnicas se aplican también en adultos –es común oír hablar de artroscopias, laparoscopias o colonoscopias – y pertenecen al concepto que conocemos como cirugía mínimamente invasiva. Los instrumentos que utilizamos, fetoscopios, son muy largos y mucho más pequeños que los instrumentos endoscópicos habituales, y nos permiten operar a fetos por encima de las 15 semanas y hasta las 30 aproximadamente.
Actualmente hay unos 14 tipos de intervención desarrollados con éxito, entre los que encontramos cirugías para tratar problemas relacionados con gemelos monocoriales (que comparten una sola placenta), obstrucciones urinarias, dilatación de válvulas cardíacas y tumores y obstrucciones pulmonares, como en el caso de Gonzalo. Todas estas patologías son extremadamente raras, por lo que es difícil acumular casos y hay muy pocos equipos médicos en el mundo con experiencia. Nuestro centro de medicina fetal del Hospital Clínic se encuentra entre ellos, con más de 1500 casos acumulados y una media de 150 intervenciones por año, lo que nos permite ser reconocidos como centro de excelencia a nivel internacional y recibir consultas desde todos los rincones del planeta, una recompensa a estos años de trabajo y dedicación de nuestros especialistas.
Seguimos trabajando día a día para poder ver nacer a más niños como Gonzalo. Hay todavía patologías que podríamos operar, pero queda todavía mucho camino por recorrer a nivel técnico. La mejora de procedimientos y el desarrollo de instrumentos más finos y precisos abrirán el camino a nuevas intervenciones. Esperamos poder seguir descubriendo nuevas formas para poder cumplir el principal objetivo de la cirugía fetal, salvar la vida de un niño antes de que nazca.